El sueño

30 mar 2008


El sueño es una disposición normal y moderada de quietud en donde el umbral de respuesta frente a los estímulos exteriores o ambientales es más abundante que en el estado de vigilia. Es una situación biológica y conductal del organismo.

Se reconocen dos períodos diferentes durante el proceso del sueño: el denominado sueño rápido o REM (o MOR) donde ocurren movimientos oculares rápidos y el llamado sueño lento o No REM (No MOR). Estos períodos tienen entre sí, diferencias generadas por fenómenos neurológicos, fisiológicos y endocrinos.

En el sueño No REM existe una diáfana situación de recuperación y descanso en donde los movimientos y el tono muscular bajan progresivamente, se fomenta la actividad del circuito parasimpático con descenso de la frecuencia cardiaca, de la tensión arterial y de la temperatura.

De acuerdo con las ondas detectadas mediante el electroencefalograma (EEG) se han logrado descifrar, en el período de sueño No REM, cuatro fases consecutivas, a saber:

1) Fase I: es el período inmediato cuando el sujeto está adormeciéndose donde se presenta un trazado de ritmo de bajo voltaje y frecuencia mixta y que dura aproximadamente un 10 a 15 % del tiempo total del sueño.

2) Fase II: aparece luego de 5 a 10 minutos de comenzado el sueño y su período total ocupa un 50% de éste; en el trazado aparece un ritmo lento con un voltaje moderado (complejos K) y descargas rápidas de amplitud moderada; sus ondas son en huso.

3) Fase III: es un sueño más profundo que aparece más a menos a la media hora; las ondas son muy lentas (delta: 1 – 3 cps y theta: 5 – 7 cps) que se mezclan con complejos K y ondas en huso. Dura más o menos un 15 % del sueño total y allí es muy frecuente la lenificación de los signos vitales.

4) Fase IV: es el sueño profundo y allí mismo aparece el máximo de reducción en los movimientos y en los signos vitales. En el trazado existe la composición de ondas delta y dura más o menos un 10 % del sueño total; cuando los sujetos son despertados en esta fase se notan supremamente confusos.

En el sueño REM, existen irregularidades en el ritmo cardiaco y el respiratorio con extrema disminución del tono muscular con movimientos oculares verticales u horizontales, rápidos, el oxígeno cerebral se gasta en forma elevada, hay incremento de la secreción ácida del estómago, de la tensión arterial y de la excreción de las catecolaminas a través de la orina. Electroencefalográficamente hay presencia de ritmos rápidos con bajos voltajes, muy similares al trazado que se registra en una persona en vigilia. Su duración está en un 20 – 25 % del tiempo total del sueño y particularmente es allí donde se activa el fenómeno del soñar.

En personas normales el promedio de horas de sueño está alrededor de siete horas aunque se presentan variaciones en un rango entre las cuatro y las diez horas. El período REM y no REM puede modificarse a lo largo de la noche; en la primera mitad es el sueño lento el que domina la gran parte de la noche y en la segunda el sueño rápido; con frecuencia el primero es más cimbreante y adaptativo, dependiendo del tiempo previo de vigilia, mientras que el sueño REM o sueño rápido está sujeto a un patrón más estable influenciado a los ritmos biológicos.

Un sueño sin sueños es mucho más restaurador que un sueño visitado por sueños. Por eso los sueños perturban y al mismo tiempo protegen el sueño. Freud definió el fenómeno del sueño como una formación de transacción entre los estímulos perturbadores y el deseo de dormir; es como si el sueño le enviara un mensaje al durmiente advirtiéndole que éste no debería preocuparse, que debería seguir durmiendo porque todo va a salir bien. Según Freud este intento puede tener éxito o fracaso. Unos estímulos demasiado intensos o persistentes no pueden ser suficientemente equilibrados por el proceso onírico y desembocan en despertar al soñador.

Freud expresaba que todo sueño tiene varios elementos: los residuos diurnos, que son los recuerdos de los acontecimientos del día anterior que mantienen una carga emocional inconsciente y los estímulos nocturnos que pueden ser ruidos nocturnos o la percepción interoceptiva de los estados corporales (por ejemplo tener la vejiga llena). Estos elementos relativamente conscientes se mezclan con deseos inconscientes y con recuerdos infantiles asociados a éstos deseos. Todo esto es lo llamado sueño latente. Así, un concepto abstracto o un conjunto complejo de sentimientos hacia una persona podrían ser simbolizados por una imagen simple, concreta o sensorial. Freud descubrió que los símbolos poseen significados inconscientes que se pueden comprender a través de las asociaciones del paciente relativas a ese símbolo, pero también creía que algunos símbolos poseen significados universales.

Los somniloquios o el habito de hablar durante el sueño es un trastorno habitual en niños y adultos se lo ha estudiado profundamente en los laboratorios especializados y se le ha observado en todas las fases del sueño. Por lo general consiste en pronunciar unas pocas palabras difíciles de distinguir. En los episodios prolongados los soñadores hablan sobre su vida y sus preocupaciones, pero no relatan sus sueños y tampoco revelan secretos. A veces la somniloquia esta asociada a terrores nocturnos y al sonambulismo. No reviste un interés patológico para un tratamiento.

La importancia de saber si los sueños son en colores o no queda reducida a la relevancia que tiene el contenido latente para el soñador. Es decir, tiene tanta importancia y el consumo de mucha energía a su vez en el escenario onírico que la presencia del color tiene diferentes evocaciones. Para algunas personas les es fácil recordar que sus sueños tenían color como para otras la presencia de estos matices son descritos como borrosos y de tonalidades grises. De esta manera parece que es más importante el contenido que el color. Sin embargo, teniendo en cuenta las experiencias sensoperceptivas del individuo que en su vigilia ve en colores es comprensible que sus sueños así también lo sean. El sueño aparece en todas las edades del individuo.

El sueño es un mensaje que uno mismo se envía hacia sí mismo; es algo que el soñador “le habla” al yo despierto y siempre son mensajes que tienen que ver con su propio conocimiento y su propia experiencia; es algo que se debe interpretar para saberlo integrar a la personalidad de cada quien.


Pablo Alberto Chalela Mantilla, M.D.
Médico Psiquiatra


Otro artículo sobre el sueño "El sueño y la memoria".

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