De los sonidos de los bebés al lenguaje

5 abr 2008

Los humanos son muy especiales porque cuando son todavía bebés, en su primer año de vida, "hacen cosas poco rebuscadas, muchas tonterías, gesticulan sin sentido y utilizan sílabas como la-la-la que no tienen sentido", dice Friedemann Pulvermüller, neurobiólogo de la Universidad de Cambridge. "Antes se consideraba que era un prelenguaje, pero con la neurociencia creemos que es un paso importante para vincular la acción con la percepción. Produzco un sonido, lo escucho, y luego las partes del cerebro que procesan los sonidos se activan junto con las partes que controlan los movimientos".

¿Cuándo se originó el lenguaje? ¿Por qué los humanos tenemos esta capacidad, quizá una de las más importantes? Hablamos desde hace miles de años, pero no existen todavía respuestas rotundas. Un grupo de expertos debatió recientemente en Cosmocaixa sobre los orígenes del lenguaje y los últimos hallazgos científicos.

Muchos investigadores hablan del papel de las neuronas espejo, que vinculan percepciones con acciones. Los monos apenas tienen neuronas espejo y hasta los niños pequeños son mejores para imitar y repetir palabras. ¿Cuál es el mecanismo? "Debe de ser una unión entre lo percibido y las representaciones: el sonido de la palabra y los movimientos de la boca, la articulación, deben de estar unidos. Y esto debe suceder miles de veces", añade. Cuando se entiende una palabra, primero se activa la parte del cerebro que escucha y luego la parte motora de forma automática, "aun cuando no sea necesario producir el sonido, porque la representación se esparce por el cerebro".

Pulvermüller colabora con Marcelo Berthier, de la Universidad de Málaga, en el desarrollo de terapias lingüísticas intensivas para pacientes que han sufrido un accidente neurovascular. "Tratamos de colocar las palabras en el tipo de acciones en el que normalmente se utilizan: por ejemplo, pedir al paciente que le pase la botella de agua para luego verterla en un vaso". La combinación de la terapia lingüística con ciertos fármacos parece tener buenos resultados, según un trabajo de próxima publicación.

"Lo que hace interesantes a los humanos no es el hecho de las palabras en sí mismas, sino poder aprender y crear nuevas palabras", explica Gary Marcus, profesor del departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York. Marcus investiga actualmente en las raíces del lenguaje en los niños y cómo se consigue adquirir la gramática. "Enseñamos a niños y bebés una gramática muy simple con frases como ga-ta-ta o na-na-ta y hemos visto que bebés de siete meses son capaces de distinguir diferencias cuando cambiamos el orden; se muestran interesados y creemos que intentan entender la gramática de aquello que escuchan". Marcus también trata de responder hasta qué punto el lenguaje se aprovecha o se crea a partir de la memoria, utilizada para otros motivos, o la separación del lenguaje del resto de la mente.

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